” La Legua es un bastión enorme de resistencia”
con gustavo arias juntos podemos mas
Inquieto y con la palabra siempre lista, su figura pequeña no pasa inadvertida. Es que Gustavo “Lulo” Arias, ha sabido ponerle ritmo a la vida simple y cotidiana del sector. Con dos discos grabados, uno en camino, y con actuaciones dentro y fuera del país, en la LeguaYork, se ha transformado en el cronista del quehacer legüino. Hoy “Lulo”, asume una nueva responsabilidad: bajo el alero de Juntos Podemos transformarse en concejal de la comuna de San Joaquín.
¿Qué te motiva a pasar de la música a la vida política?
Llevar una mirada de las cosas que están pasando acá abajo, en la calle misma, en la comunidad. Me preocupa eso, que los poderes locales estén todavía mirados hacia arriba, que no estén a la par con el común de la gente. Poder empoderarnos nosotros como uno más.
¿No tienes temor a que la institucionalidad te atrape?
No, no hay temor a cambiar. El deseo de vivir de la forma más digna posible está inserto en el ADN de nosotros. Más bien, es la institucionalidad la que debe sentir miedo a que no se le derrumbe el piso con la llegada de la gente común y corriente a ella.
Empoderamiento, cambios ¿te planteas con la bandera de la Legua en alto?
Soy parte de La Legua, pero también de San Joaquín. Creo que la bandera que estamos tratando de levantar es la de lo sencillo, de la persona que tiene que andar en micro, de la que anda en bicicleta, de las que vivimos en comunidad, que tratamos de soñar y llevar esos sueños a la realidad.
Tú perteneces al escaso porcentaje de jóvenes que está participando en política
Creemos que la no-participación, la no inscripción juvenil, la no masividad en la contienda electoral, ha permitido que tengamos representantes que realmente no nos representan. Así es que en ese sentido, es necesario instalar nuestras voces en estas instancias de micropoder para poder decir lo que pensamos, porque de otra manera no somos escuchados.
Inscripción automática, voto voluntario ¿cambiarán la fisonomía de la vida política?
Esos jóvenes tendrán que sentirse representados de lo contrario va a pasar lo mismo.
No irán a las urnas porque el voto sea voluntario. Colocará su voto, si es que hay ideas nuevas, si es que hay formas distintas de enfrentar la política. Por eso necesitamos ir a colocarle los colores, la alegría y también nuestras ideas, nuestras luchas, nuestras reivindicaciones. Una de las cosas que atraviesa transversalmente a cualquier sociedad, es la falta de cariño, de comprensión, de afecto. Eso es lo que principalmente nos ha afectado a nosotros como sociedad capitalista. En las poblaciones los niños quedan solos cuando sus padres son detenidos, o cuando deben trabajar a destiempo para sobrevivir. O en el barrio alto, donde sólo les preocupan las empresas, también esos niños quedan abandonados en manos de las nanas. Debe haber una preocupación de cómo vamos generando vida a esta vida, porque se está deshumanizando la sociedad. Cada día somos un poco más robot, más una etiqueta.
Tus ideas más que sustentarse en grandes líneas ideológicas parecieran sustentarse más en el individuo en sí…
Creemos que hay que darle un valor al ser humano; hay que reencontrarse con la vida misma, y ello va a componer el orden de las cosas que debiera estar bien hilado. El ser humano con el ser humano, hilando cosas en conjunto, en comunidad, en colectivo, para el bien común. La confianza se reconstruye al dar la cara unos con otros.
¿Esa incorporación de la comunidad sería una manera de darle esperanza a sectores marginales como La Legua?
Darle voz a los sin voz, diría yo. La esperanza la debemos construir todos juntos. Lo que necesitamos es que se nos escuche; volver a darle importancia a la voz de los demás, y que la pueden levantar y puedes decir lo que creen. Luego que esa voz haya sido levantada, juntos construiremos la esperanza de tener una comuna mejor. Porque es posible. No es tan mala ni la comuna ni la Legua. Tenemos muchas cosas positivas, muchas cosas que queremos mostrar.
¿Qué puntos identifican en forma positiva a La Legua?
Para mí, éste es un bastión enorme de resistencia. Por otro lado, la Iglesia Católica sin duda convoca, especialmente con todo el recuerdo de lo que son los curas obreros. La Iglesia es una institución importante aquí. Allí están nuestros propios medios de comunicación. Pero principalmente, lo que sustenta a La Legua, lo que le da vida, es la familia. Yo planteo abiertamente de que la primera organización, la organización madre que tiene cada uno, es nuestra familia. Nacemos colectivamente, por eso hay que potenciarla, ya sea bien o mal constituida, da lo mismo. Lo importante son los niños, a ellos hay que entregarles esta cuota de esperanza.
Pero ¿qué es lo que fija esa identidad tan fuerte?
Más que nada el cariño que se genera entre vecinos; el sentirte parte de algo; sentirte identificado, querido…Pero tampoco es “leguacentrismo”. Yo soy de La Legua, la quiero, quiero su historia, a sus fundadores, pero también quiero a San Joaquín como tal.
Desde esa mirada de identidad y de pertenencia, ¿cómo ves los problemas que enfrentan estos sectores?
La droga y la delincuencia, que tanto dañan y que tanto nos cargan, es una consecuencia más de la desigualdad. No es netamente nuestro problema como comunidad, como gente pobre y sufrida, que exista droga en el mundo o que exista delincuencia. Si la riqueza no estuviera acumulada en un grupo tan pequeño de gente, quizás sería mucho más liviano el diario vivir y así no habría esa necesidad de tener más que el otro. Somos muchos los que vivimos en nuestra humildad, contentos, felices y orgullosos de ser parte de ese grupo que creemos que la esperanza sobrepasa las clases sociales. Tal vez ha llegado el momento de crear una nueva clase social que vuelva a creer en el ser humano.
A una Legua de la Plaza de Armas
La Legua, este amplio sector que queda empotrado en plena comuna de San Joaquín, y exactamente a una legua de la Plaza de Armas, quedó configurado en tres fases distintas de asentamiento. La primera de ella, que generó La Legua Vieja, se inicia en 193l con la llegada de un contingente de obreros cesantes de las salitreras. Históricamente, se la considera como la primera población de Chile.
La segunda fase se produce en 1947 y forma lo que hoy se conoce como La Legua Nueva. El primer grupo estuvo integrado por 36 familias ocupantes de las riberas del Zanjón de la Aguada. A ellos, se sumaron mil 150 familias que provenían de la famosa toma del barrio Zañartu de Ñuñoa, y en parte de las poblaciones El Peral y Sudamericana.
Finalmente, en l951 se inició la tercera fase. Ahí es cuando la Municipalidad de San Miguel, a cuya jurisdicción pertenecían entonces estos terrenos, destinó un amplio predio para que se construyeran viviendas de emergencia que alojarían a familias de poblaciones ubicadas en las márgenes del río Mapocho, del canal La Punta y de los conventillos ubicados en Quinta Normal y estación Yungay. Las viviendas provisorias de 3×7 metros se transformaron en definitivas.
La identidad histórica de La Legua siempre estuvo asociada a la fuerte represión que sufrió durante la dictadura. Paralelamente, la vasta y potente red de organizaciones sociales, culturales, económicas y de derechos humanos, permitió a la comunidad crear estrategias para sobrevivir al hambre, a la represión, al aislamiento y a la cesantía.
En la actualidad, la Legua entendida como una sola identidad, tiene una población superior a los 14 mil habitantes.
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